El viento nos llevará

• Dirige el iraní Abbas Kiarostami, autor de A través de los olivos y El sabor de las cerezas.
   
• El titulo hace referencia a unos versos del poeta Forough Farrokhzad sobre la superficialidad de la existencia.
   
• El único actor profesional del reparto es Behzad Dourani. El resto de los protagonistas son habitantes del pueblo en el que se rodó la película, Siah Dareh, en el Kurdistán iraní.
   
• Consiguió el Gran premio del jurado en el Festival de Cine de Venecia 1999.

Si algo hay que destacar de esta película de Kiarostami, ya presente en sus trabajos anteriores, es la forma en que emplea el tiempo. Se trata de que el espectador consiga llegar a tener una sensación lo más próxima a la realidad posible. En escenas como la de la llegada al poblado o las carreras por alcanzar la única cumbre del lugar desde la que tiene alcance el móvil, tan sólo falta sentir el calor o el aroma del polvo que se percibe en el ambiente. Pero éste es tan sólo un primer nivel de lectura. La película profundiza en muchos otros temas entre los que destaca el papel desempeñado por la mujer en Irán y la historia de un país condicionado por el integrismo religioso.

El pueblo en el que se desarrolla la película es esencialmente femenino. La primera escena en la que es mostrado lo presenta como un entramado de casas entre dos montañas con una sugerente y nada casual forma triangular. Los hombres están ausentes, tanto los del pueblo como los que acompañan al protagonista. Tal vez sea ese el papel que desempeñan en el presente. La principal relación se establece con un hombre al que no se ve y que trabaja cavando una fosa en el cementerio. Un cementerio situado en la mayor colina del lugar y que es el único lugar desde el que se puede comunicar con los vivos lejanos, estableciendo una hermosa metáfora sobre el presente y el devenir de los medios de comunicación.

Kiarostami defiende la tradición pero critica sutilmente el integrismo. No en vano el profesor del pueblo, representante de la enseñanza oficial, es paralítico y está poniendo a prueba, mediante exámenes, a sus alumnos. Un alumno, en especial, entabla relación con el protagonista quien, con su respuesta a una pregunta del muchacho sobre el cielo y el infierno, expresa su particular crítica a la influencia de la religión. Por contra, posteriormente será incapaz de violar la tradición que surge de las entrañas del propio pueblo profanándola con la grabación del documental que tenía previsto realizar.

Hay muchas más claves en esta película que permiten reflexionar sobre el sentido de la vida, de un país como Irán y del ser humano en general. El cine de de Kiarostami demuestra que aún es posible continuar teniendo confianza en las posibilidades expresivas del medio cinematográfico.

N.A.