Cuando en la madrugada del 24 de marzo de 2003 se oyó la voz de Ben Affleck: “... y el Oscar al mejor guión original es para… Pedro Almodóvar”, muchos españoles sentimos como nuestro aquel premio, el primero en la historia del cine norteamericano que un español se lo llevaba representado a su propio país. Emocionantes fueron los momentos antes, durante y después de la recogida de tan apreciado galardón. Pero ¿qué es lo que tiene esta historia tan sencilla y tan compleja que hizo que se llevase un Oscar? premio casi exclusivo para angloparlantes. Tan simple como la tristeza, una tristeza no vista como apología del dolor o del masoquismo, como indica el propio Pedro, sino como un derecho a llorar, a emocionarse, a sentirse nostálgico y melancólico, solo o acompañado. Las canciones recopiladas en este álbum han sido las escogidas entre muchas para acompañar e inspirar al director manchego en la creación del guión y los diálogos de Hable con ella, escuchadas una y otra vez para darle ese aire que él necesita de trabajo, aunque en ocasiones prefiera el silencio. Pero agradecemos esa parte de él que prefiere la música como guía  y musa, para que de esta forma podamos disfrutar de esta banda sonora alternativa como Almodóvar le llama. Kepa Junquera, Chavela Vargas, Ana D, Caetano Veloso, Nina Simone, Albert Plá, Jimmy Scott, Shirley Horn, Gregory Isaacs entre muchos artistas y canciones como “Once I Loved”, “Paper Bag”, “”La llorona”, “Cucurrucucú Paloma”, “Maitia num Zira?”, o versiones tan maravillosas de clásicos como “Nothing Compares U2”, “My Way” o “House of the Rising Sun”, son las que nos acompañaran las veces que deseemos, al igual que a Pedro para la creación del guión que tantos premios le ha dado. Y como bien nos dice el director manchego: “Benigno, el enfermero que cuida de Alicia, una joven en coma desde hace cuatro años, le pondría estas canciones para que ella las escuchara en ese limbo secreto donde viven las mujeres dormidas. Todos los temas tienen algo de nanas, canciones de cuna para mujeres ausentes, que nos llenan el corazón de tristeza y delicia”. Ahí queda.